VESTIDA DE MAR.
Pude ver la tumba de Carlos Gardel, la de Eva Perón, la de Jorge Newbery el famoso aviador, la de Osvaldo Pugliese inmenso compositor de tango, etc.
Cuando me dirigía a la salida, tenía que cruzar por una placita en la que vi algo que al principio confundí con un cuartito del servicio de mantenimiento y limpieza del cementerio, pero me parecía demasiado bonito como para ser eso, al acercarme, pude leer el cartel que está encima de la puerta: Alfonsina Storni, Poeta. No podía salir de mi asombro, jamás me imaginé que aquello, tras saturarme de panteones, esculturas y obeliscos, pudiese ser una tumba. He de reconocer que de la moradora de aquella tumba, pequeñita, humilde, bonita, rosa, con su claraboyita para que entren los rayos del sol del medio día y su puertecita verde, solo conocía la zamba que popularizó Mercedes Sosa, cuya letra narra de forma romántica, la forma que tuvo de suicidarse la poetisa. pero tras ver una tumba de esas características en un sitio, como dije antes, lleno de pompa y fastuosidad, el gusano de la curiosidad, empezó a morder de forma desesperada, haciendo que me pusiese a investigar un poco sobre la vida y obra de la Storni.
Alfonsina llevó una vida triste, acosada por las inseguridades personales y al final de esta, por la enfermedad mental, era hija de inmigrantes suizos que montaron una cervecería donde trabajó de camarera, pero sus inquietudes, pronto le llevaron a independizarse y a desempeñar diferentes profesiones, fue actriz, maestra rural, dependienta de farmacia, hasta que encontró trabajo en una empresa de importación de aceite, compaginando todo esto con la poesía, pudiendo finalmente y tras la publicación de su primer libro, vivir de esta y conocer y hacerse amiga de grandes poetas contemporáneos como Federico García Lorca.
A los 46 años, le diagnosticaron cancer y el no superar la enfermedad, le llevo a suicidarse. Las historias románticas dicen que lo hizo entrando poco a poco en el mar hasta ahogarse, pero se descubrió que fue arrojándose desde una escollera, dejó 3 cartas, una a su abogado, otra a su hijo y otra dirigida al diario La Nación que incluía este poema de despedida:
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Tras conocer un poco mas de su vida y su obra, me dio mucha pena no haberme quedado un ratito mas en su casita rosa, pequeñita, humilde, bonita, con su claraboyita para que entren los rayos del sol del mediodía y con su puerta verde, para a través de ella susurrarle:
¨ Y te vas para allá como en sueños, dormida Alfonsina, vestida de mar¨
Un saludo a todos:
Juan María Cabello.
P.D: Mis fotos son copyleft, nada de copyright, podéis hacer uso de ellas, siempre que no las modifiquéis y que además, hagáis referencia a su autor.